sábado, 19 de enero de 2008

Gerardo del Pozo Abejon



Edith Stein, Europa y los místicos españoles
La Facultad de Teología San Dámaso, de Madrid, celebrará el 18 de febrero una Jornada sobre Edith Stein y los místicos españoles. Gerardo del Pozo, profesor de esta Facultad, reflexiona sobre esta gran mujer para los lectores de Alfa y Omega:Edith Stein es una de las personalidades más representativas, ricas y atractivas de la primera mitad del siglo XX: judía de nacimiento, discípula del filósofo E. Husserl, convertida al catolicismo, y, a partir de entonces, filósofa, pedagoga y escritora cristiana; conferenciante brillante sobre cuestiones educativas y relativas a la mujer; carmelita descalza, mística, mártir víctima del nacionalsocialismo, santa canonizada y declarada por Juan Pablo II coPatrona de Europa. Además de sentirse prusiana, alemana y judía, se abre pronto a la realidad de Europa. Le agrada el planteamiento europeo de su profesor de Historia, Max Lehmann, discípulo de Ranke. Se recrea en la idea de una posible unificación política de la Europa central. Diseña un proyecto para que, en los diversos países, se creen institutos «de intercambio cultural», que faciliten la mutua comprensión. Viaja por varios países europeos dando conferencia y participando en congresos. Estudia la tradición cultural europea, la repiensa en sus escritos y la encarna en su vida. Partiendo de su herencia judía y de su formación filosófica en la fenomenología y el pensamiento vivo de su tiempo, arriba, tras su conversión, a la metafísica cristiana del medieval Tomás de Aquino, que había sabido injertar con plausibilidad racional la simiente viva de la revelación cristiana en el surco abierto por la búsqueda sistemática de la verdad de la filosofía griega. Descubre en la tradición cultural europea un pensamiento perenne, que no identifica con sistema alguno, sino con un camino que conduce al contacto vivo con los autores antiguos, medievales y modernos, y se abre a un diálogo actual con todos los hombres, porque parte de la confianza en «que, a pesar del tiempo y de las barreras constituidas por las naciones y las escuelas, todos los que buscan lealmente la verdad tienen algo en común». Denuncia la idolatría nacionalsocialista de la raza y del Estado, se compadece de su pueblo judío perseguido y muestra su disposición a cargar con la cruz que cae sobre él. Defiende la dignidad intangible de la persona humana, la trascendencia de su espíritu y la libertad de su conciencia, sobre todo en materia religiosa, a la que el Estado no puede violentar, pues sólo a ella corresponde descubrir el deber moral del hombre. Defiende la alianza fecunda entre la Palabra de Dios y la filosofía. Por eso, lamenta que los paladines de la cultura alemana y europea intenten separar a Europa de sus raíces cristianas y del contacto vivo con la Iglesia.Pero acaso lo más fascinante en Edith Stein es que, como judía de nacimiento, tras una fase de abandono de la práctica religiosa, encuentra un camino experiencial y místico hacia el cristianismo, y vive su fe cristiana con radicalidad evangélica, pero sin dejar de ser judía e intelectual. Edith Stein no llega a Cristo y a la Iglesia a través de doctrinas o instituciones eclesiales, sino por experiencias personales y encuentros con hombres que habían tenido experiencia de Dios. Esos encuentros despiertan en ella el deseo de conocer y amar a Cristo y a la Iglesia, y de vivir en ella como un miembro vivo. Los místicos españoles Teresa de Jesús y Juan de la Cruz constituyen para ella los testimonios más impresionantes de experiencia de Dios. La lectura de La Vida, de santa Teresa de Jesús, fue la ocasión inmediata que provocó su conversión a la fe e Iglesia católica y su decisión de ingresar en el Carmelo. Luego escribió varios ensayos sobre su vida y su obra. La meditación de la vida y obra de san Juan de la Cruz fue asimismo decisiva para profundizar en su vocación contemplativa y afrontar espiritualmente la persecución y el martirio. El encuentro de Edith Stein con los místicos españoles no lo fue sólo entre unos espíritus nobles, preclaros y santos. Lo fue también de la fenomenología alemana y del personalismo judío del siglo pasado con el fruto acaso más granado del Siglo de Oro español. Fue un encuentro sobre cuestiones relativas al sentido y realización de la vida humana, que se resolvió en el encuentro e incorporación a Cristo y a su Espíritu de verdad y de amor presentes en la Iglesia y en los corazones. Cuando se temía que la persecución llegara hasta el Carmelo holandés de Echt, adonde había huido desde Colonia (Alemania), un Carmelo español invitó a Edith Stein a venir a España. Erich Przywara llegó a decir que Edith Stein era una española según el espíritu. Motivos también para interesarnos por su persona, su vida y su obra.La Facultad de Teología San Dámaso, de Madrid, ha organizado una Jornada sobre Edith Stein y los místicos españoles para el viernes 18 de febrero de 2005, en la que intervendrán los mejores especialistas nacionales e internacionales sobre el tema. Al serle donada la Biblioteca Görres, adquirió el compromiso de mantener viva la relación con el mundo cultural alemán. Se vio desde el principio que Edith Stein podía simbolizar esa tarea por su encuentro decisivo con los místicos españoles. Nada mejor, pues, que iniciar la tarea con una Jornada sobre el tema, en sintonía, además, con Joseph Görres, que reintrodujo la investigación sobre los místicos en la Alemania ilustrada de su tiempo.

Gerardo del Pozo Abejón

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