domingo, 31 de agosto de 2008

Algunos valdeandinos escuchando el mensaje del zorro salvaje Soperín



Valdeandemagico acudió a la atracción del verano, en Hacinas. El protagonista, no es ni mas ni menos, que Soperín, el zorro salvaje, que desde finales de Julio del 2008, acude todas las noches a visitar a los habitantes de Hacinas.

Coincidimos merendando en la bodega de el Tanis, en Valdeande, con Prudencio González Rey, y con Félix, quienes nos cuentan la historia de como tenían un perro lobo en casa, el cual no era muy amigo de los gatos, y al verle nervioso, se fijaron en uno que pasaba cerca. Cuando miraron mejor, vieron que era un zorro, así que cogieron un trozo de pan, y se lo echaron. El zorro se comió el pan rápidamente, y desapareció, pero a partir de entonces, todas las noches acude puntualmente a la cita para saludar a sus amigos, y a transmitir mensajes de paz a los niños.

El primer día estaba cojo y delgado, un mes más tarde, cuando tenemos la suerte de verle nosotros, está fuerte y corre como un galgo.

Preparamos en la bodega, las chuletas de cordero que hemos comprado en el bar del Rufino. La idea es guardar los huesos para compartirlos con el amigo Soperín.


El Emi, el mayor experto de Valdeande, en chuletas de cordero a la parrilla, se encarga de ponerlas a punto.


Están sencillamente deliciosas, por algo las chuletas de cordero es la mayor atracción turística de la zona del Ribera del Duero, lógicamente acompañado de su vino.




Nos desplazamos a Hacinas, y nos quedamos a la espera de la visita de Soperín. Nosotros los valdeandinos, hacemos bromas, y dudamos de que un zorro salvaje, acuda a visitarnos.


El lugar se va llenando de curiosos, y los niños, rodean y quieren tocar a el Pruden, padre adoctivo del zorro Soperín.


Y a su hora, como un reloj, bajando de las montañas, aparece el protagonista de las noches de Hacinas. Es él, el zorro salvaje más querido de España, Soperín.


Yuri, le invita a entrar, y él, acepta gustoso.


El Emi, sujeta el caballete donde se le ha puesto comida. Y Soperín, hábilmente se hace con ella.


Félix, le da de comer los huesos de las chuletas asadas de Valdeande, y a Soperín, parece que le gustan.


También le dan salchichas, y nuestro protagonista las devora.


Félix, es en la actualidad con el que más confianza tiene Soperín, y lo de comer de su mano, ya es muy habitual.



Los niños van perdiendo el miedo, algunos se sientan juntos, y le dan de comer a Soperín. Éste, acepta la comida, y les deleita con unos recuerdos que no olvidarán nunca, y les cuenta al oído que tienen de decir a sus padres y abuelos que deben de respetar los muchos animales salvajes que hay en la zona, y que no deben de ser enemigos, sino amigos y deben compartir juntos las bellezas de las montañas de Burgos. También deben de tener mucho cuidado con los coches, pues diariamente mueren sus hermanos en las carreteras, y nadie hace nada. Los niños entienden el mensaje, y prometen decirselo a sus padres.


Finalmente, decide volver a su guarida, con los suyos, soñando con que el mensaje dado a los niños, tenga eco en el futuro. Y prometiendo volver al día siguiente.




Los medios de comunicación, van corriendo la voz del mensaje que Sopetín ha transmitido a los niños.



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